



En Autorretrato, el rostro de Grete Stern aparece reflejado en un espejo ubicado junto con otros objetos sobre una superficie plana. Se reúnen de este modo en la obra dos de las principales líneas de trabajo de esta fotógrafa: el retrato y las composiciones de naturaleza muerta.
En cuanto discípula de Walter Peterhans en su taller particular de fotografía (1927-28) y luego en el que dirigiera en la Bauhaus, Dessau (1930) –la escuela alemana cerró en 1933 debido al avance del nacionalsocialismo– el análisis minucioso de las texturas y de las luces refractadas por los distintos materiales constituyó parte fundamental de su formación. Stern aprendió allí a descubrir los valores fotográficos de las cosas, a crear una visión de lo que quería reproducir antes de usar la cámara.
Pero además del aprendizaje fotográfico concreto, estos lugares fueron centrales en su carrera por otras razones. Allí conoció a su socia de juventud, Ellen Auerbach, con quien trabajó en publicidad y fotomontajes mientras permaneció en Europa (en una línea de trabajo vinculada al diseño gráfico que continuaría desarrollando luego en la Argentina) y a Horacio Coppola, con quien formó pareja y realizó su primera exposición conjunta en Buenos Aires, en la redacción de la revista Sur, en 1935. Por la estética y los temas de las fotografías y por el texto programático que la acompañaba, esta muestra representó una gran novedad en el ámbito fotográfico local.
Radicada en la Argentina desde 1936, Stern se vinculó muy pronto con intelectuales, artistas plásticos, escritores y actores, a los que retrató profusamente. En efecto, su primera exposición individual, en 1943 –y también varias que le siguieron– estuvo conformada exclusivamente por retratos. Una iluminación pareja, fondos despojados y frecuentes primeros planos iban al cruce de los modos habituales de hacer retratos en la época. En una línea tributaria de la Nueva Objetividad, este empleo funcional de la luz se sumaba a la nitidez de la imagen que Stern buscaba.
Autorretrato participó de esa primera muestra individual y fue reproducida acompañando la reseña de la exposición aparecida en la revista De Mar a Mar (1) No fue la única publicación cultural de entonces en referirse a sus exhibiciones o en reproducir sus retratos o paisajes urbanos porteños, otro de los ejes de su trabajo de ese tiempo. Seguramente la afinidad política e intelectual de Stern con algunos exiliados de los regímenes totalitarios europeos que estuvieron a la cabeza de varias publicaciones culturales de la década del 40 le valieron esta atención sobre su trabajo.
Con objetos naturales y otros inorgánicos (incluyendo lentes fotográficos como índice de su oficio), esta obra también llamada Composición, autorretrato (2) resulta por todo esto una suerte de doble autorretrato: su rostro y su modo de hacer fotografías aparecen revelados en una misma imagen.
quoted from MNBA