
I – El río, los cambios de luz y de estación,
las casas que sugieren un pasado decoroso.
Sólo un opaco fragor
de los asuntos humanos.
Es cierto, las noches son más frías
y el tiempo se demora entre los bancos de niebla.
La ira parece innecesaria; persiste apenas
la ausencia del mar,
la impresión de vidas y de muertes que se hilvanan
a un mismo nacimiento.
II – Un plato, un vaso, una silla;
un cielo insulso y leve, blanquecino.
Pasado el verano —la vulgaridad del verano—
el invierno reduce el mundo a dos o tres
emociones esenciales. Papeles, libros,
recuerdos de palabras.
Y luego los sueños; las formas imprecisas
de claridad y dominio.
Gerardo Gambolini – Finisterre I (Text source: zoopat)
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